Guía práctica para refutar argumentos de los antiderechos 1° Parte
- Agustina Chicote
- 7 jun 2018
- 3 Min. de lectura

Estamos cansadas. Desde pequeñas nos educan para ser madres y amas de casas. Con esos bebitos de plástico que lloraban, la cocinita para aprender a cocinar, la Barbie que tenía el cuerpo perfecto, la escoba. No te subas al árbol, no juegues al fútbol, no pelees. Peinate, sentate como una nena.
Cuando fuimos creciendo, había cosas incómodas que iban notaban nuestra pubertad. Los pelos, a depilar. Las tetas, tapatelas, ponete un corpiño. La pollerita muy corta no, que te gritan en la calle. Veíamos las revistas “teens” que nos mostraban un estereotipo de belleza inalcanzable para la mayoría. Cómo conquistar a un chico, cuáles son los mejores ejercicios para levantar la cola, los mejores tips de

belleza para ser una bomba.
Pero nadie nos contó algo distinto. Nadie nos explicó qué era la menstruación, nadie nos dijo que podíamos ser libres en nuestra sexualidad, nadie nos dijo que podíamos amar a otras mujeres. Nadie nos dijo que no era culpa nuestra, te hubieses cuidado vos, cómo vas a estar por ahí. Nadie nos habló de género. Nadie nos habló de que podíamos no ser madres. Naturalizamos de tal forma la maternidad que a veces se nos pone en duda cuando no la elegimos. Sentimos
A una semana del debate por la legalización de la Interrupción Voluntaria en la Cámara de Diputados, me sorprende todavía la fuerza de la lucha feminista. Me sorprende las jóvenes que ya no cumplen con los cánones impuestos por la sociedad, que no se acomodan a los preceptos del patriarcado con los que nos hemos sentido en confort durante tanto tiempo. Al mismo tiempo, me llama la atención de este quiebre de paradigma, las posiciones opuestas: ¿Cuánto tardarán en ir adaptándose al nuevo sistema social? ¿Se adaptarán? ¿Cuándo sus pensamientos quedarán calificados como “retrógrados”? ¿Cuándo lo harán los nuestros?

Es por esa razón, que, ante la impotencia que me generan aquellos que se oponen a la despenalización del aborto, decidí hacer una recopilación de sus frases (o quiéraselos llamar “argumentos”) y su respectiva refutación. Sepan disculpar mi implicancia personal en este tipo de escritos, pero me es imposible distanciarme de un tema tan sensible, actual y que nos afecta como sociedad.
Ahora sí, comencemos con algunos “argumentos” que nos sacan de quicio:

- “¿Por qué no piden educación sexual antes de aborto?”: y así es mi amor. La campaña es “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, y aborto legal para no morir”. Nadie quiere abortar, exigimos políticas de Estado que efectivicen la ESI y el acceso a anticonceptivo. Pasa que esto no se cumple. Aun así, si se cumpliera efectivamente, todo puede fallar (o sí, en un momento de “calentura” no usaste forro, o te olvidaste una pastilla). Somos humanos, NO envases que engendran si no lo deseamos. No tenemos que estar a obligada a parir y pasar por una maternidad que no quisimos. Y si queremos abortar, debemos tener todas el mismo acceso a la información y a realizarlo de forma segura.
- “Aborto legal es matar bebés”: Un bebé es bebé cuando nace. Mientras necesite del vientre materno para su desarrollo, sigue siendo un feto. Además, aborto clandestino es matar mujeres, es lo que me preocupa más. Y no, no tienen la misma entidad jurídica una mujer o joven con pensamientos, emociones, recuerdos, familia y amigos, que un feto. Si el feto depende del cuerpo de la persona gestante, no es un ser propio con vida propia. En este punto, deberíamos estar de acuerdo con defender la vida de la mujer: que no muera por un aborto clandestino, y que tenga salud íntegra: una mujer forzada a ser madre, no es sana.
- “La vida comienza desde la concepción”: Esta es una opinión personal. En cuestiones de salud pública, la decisión no puede ser tomada a partir de concepciones morales, éticas o religiosas. Si tenés mujeres que se insertan perchas para abortar en sus casas, que llegan al hospital con infecciones, que sufren por embarazos no deseados (después en las noticias figura “una madre abandonó a su hijo” ¿y el padre?), el Estado debe actuar. Sí, educación sexual y anticonceptivos. Pero sabemos que el mundo no es una utopía perfecta, y por eso el
aborto debería ser legal como último recurso para no llevar a cabo una maternidad no deseada. Las discusiones filosóficas sobre el comienzo de la vida lo dejaremos para otro momento. Por ahora pedimos que las mujeres vivan.
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